En primer lugar, se listan los materiales necesarios para la serigrafía casera: la prenda de vestir que deseemos modificar; una plancha de ropa; crayones de diferentes colores (también se conocen como lápices de cera); un mínimo de dos hojas de papel, preferentemente vegetal; un rallador de alimentos o un sacapuntas; tijeras o un cúter; tabla de cartón o madera; un recipiente de tamaño medio, como ser una taza o un vaso.
Habiendo reunido los materiales, llega la decisión más importante: escoger el diseño que deseamos imprimir en la prenda de ropa. Y esto acarrea otras decisiones, como ser el tamaño, la ubicación y el o los colores. Gracias a esta técnica de serigrafía, es posible estampar dibujos o frases, por lo cual no existen límites para este primer paso. Debemos plasmar el diseño en una hoja y luego recortarlo; si queremos imprimir el contorno, nos quedamos con la parte interna del recorte, y viceversa.
Seguidamente, ubicamos la prenda sobre una mesa (o tabla de planchar) y la extendemos hasta que la superficie sobre la cual deseamos imprimir se encuentre bien lisa; para evitar errores, conviene sostener sus extremos con pinzas para la ropa (algo que en algunos países se conoce como “broches”).
Aquí llega otro de los pasos fundamentales: colocar la tabla de madera o cartón debajo de la capa de tela que decoraremos, para evitar que la impresión afecte el lado opuesto de la prenda.
Entonces comienza la parte más emocionante, ya que debemos ubicar el recorte encima de la ropa y rallar los crayones de colores dejando que los residuos caigan en las partes que deseamos estampar (cuanto más fina sea la viruta, mejores resultados obtendremos).
Por último, cubrimos todos los restos de cera con una hoja y comenzamos a dar ligeros toques con la plancha caliente, hasta que notemos que los colores atraviesen el papel y el diseño se aprecie claramente, momento en el cual dejamos reposar unos cuantos minutos, para luego retirar el recorte y disfrutar de nuestra creación.